martes, 13 de junio de 2017

Por qué se rechaza la donación de Amancio Ortega

Hay una palabra que define bien las donaciones que no se realizan de manera anónima: propaganda

Tal es el caso de la polémica donación de Amancio Ortega a la sanidad pública española, un ejercicio de marketing al que este señor ha dedicado sólo una porción del dinero que sus empresas sustraen a las arcas públicas cada año mediante técnicas de ingeniería fiscal.

"¿Y qué culpa tienen los enfermos de cáncer del origen de este dinero?", pregunta la gente que no entiende las razones para rechazar la donación. Nadie tiene culpa del cáncer. Llevar la cuestión a ese punto es parte de la propaganda asociada a esta operación del señor Amancio. La sanidad no puede ni debe funcionar en un país mínimamente serio a base de donaciones, menos aún si éstas provienen de las cuentas de un señor que ha evadido más del doble de lo que quiere donar. ¿Cuántas personas enfermas de cáncer se podrían salvar con las investigaciones que se podrían hacer con lo que ha defraudado al estado? El sistema sanitario funciona ya con grandes profesionales y resultados gracias a los impuestos, esos que no le gusta pagar al señor Amancio.

"¿Se debe entonces rechazar la donación?". Puestos a elegir sería preferible (y mucho más beneficioso para todos y con más sentido) que el señor Amancio se comprometiera a rechazar las insolidarias prácticas de "ingeniería fiscal" (es decir, robo al estado y a sus servicios públicos) de ahora en adelante, y a dejar de emplear mano de obra infantil y en condiciones de semi-esclavitud. Eso sí sería de agradecer, y hasta un ejemplo para otras empresas. Pero esto, no. Y aplauso ninguno. Ni gracias. Y lo de aceptarlo, que lo decidan en su caso los profesionales del sector, y que se les deje elegir en qué es prioritario gastarlo. Y digo todo esto con personas enfermas y fallecidas por cáncer en mi entorno cercano. Pero creo que estos temas se deben mirar con perspectiva. Y esto es -una vez más, una de tantas- un ejemplo clarísimo de pan para hoy y hambre para mañana. ¿Cuantos pobres hacen falta para criar a un Amancio? Uno ya serían demasiados. Porque la pobreza está demostrado que estresa y enferma. Y ya está bien de aceptar las migajas que nos tiran quienes nos roban el pan.

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