martes, 30 de abril de 2019

Vox, la ultraderecha crece en España alentada por el sistema

¿De verdad hemos frenado a la ultraderecha? Eso dicen los titulares, eso mismo afirma mucha gente que suspira aliviada ante los resultados de las recientes elecciones generales en España en las que el PSOE ha sido el partido más votado ante una derecha ahora dividida en tres grupos: un PP a la baja que pierde casi la mitad de sus diputados; los Ciudadanos de Rivera que recogen parte del voto de castigo al PP por la corrupción; y Vox, la precuela del PP que ahora ha concurrido con una marca propia obteniendo más de dos millones de votos en todo el estado. ¿Podemos darnos por satisfechos con este resultado?

elecciones,generales,2019,españa Este gráfico recoge el porcentaje de voto de PP+Cs+Vox por comunidades autónomas. Murcia, con casi un 62%, destaca a la cabeza del voto reaccionario con casi un 20% de apoyos a Vox. Si estos valores se repiten (y nada hace pensar otra cosa) en las próximas elecciones autonómicas y municipales con un PSOE que, recordémoslo, nunca ha tenido reparo en pactar con Cs (y viceversa) la derecha y la ultraderecha van a hacerse con multitud de ayuntamientos y, quizás, a decidir gobiernos autonómicos como ya ha ocurrido en Andalucía. ¿De verdad hemos frenado a la ultraderecha? Al contrario, no sólo nos la han normalizado sino que hasta ha servido para terminar de resucitar a un PSOE que hace pocos años iba, por méritos propios, camino a desaparecer como el PASOK, su homólogo griego. Un PSOE que, no lo olvidemos, hace sólo unos pocos meses apoyaba a la derecha nacionalista española en su aplicación del 155 contra el referéndum en Cataluña, celebraba las maniobras del títere derechista de Estados Unidos en Venezuela Juan Guaidó otorgándole legitimidad como "presidente en funciones" o que recortaba irresponsablemente el servicio de Salvamento Marítimo en el estrecho de Gibraltar con dramáticas consecuencias.

Así las cosas es normal que la situación pueda dar un poco de miedo pero no hemos de dejarnos guiar por él. Ese "miedo a la ultraderecha" está siendo alimentado y aprovechado por el poder en su beneficio: baste el ejemplo de Francia, donde el pueblo se agarró asustado al clavo ardiendo del liberal Macron y los resultados ya los hemos visto todos, una franca involución del país y de las condiciones de vida de sus trabajadores.

Las razones por las que la gente opta por partidos como Vox tienen que ver con cómo el propio sistema no está dando respuesta a sus problemas, pues es el propio sistema quien crea tales problemas, y desde luego el poder no va a cuestionar el sistema en el cual se sustenta. Por eso la gente no tiene un diagnóstico certero sobre aquellos problemas que le afectan, porque el poder se cuida mucho de escurrir el bulto con la complicidad de la mayoría de medios de comunicación. ¿Acaso se ha dado a la gente una explicación clara y concreta de por qué ocurrió la pasada (y parece que eterna) "crisis económica"? No, y es por eso que mucha gente aún no sabe por qué sigue aumentando la precariedad laboral, la desigualdad, por qué falta trabajo o por qué sube la luz, ni tantas y tantas cosas. Pero en su día a día sí ven con sus propios ojos que en sus barrios cada vez hay más personas pobres de otros países, que en las escuelas a las que van sus hijos cada vez hay más niños de familias pobres venidas de otros países, ven la tele que les dice día sí y día también que llegan "avalanchas de inmigrantes" que "asaltan la valla de Melilla", ven una sociedad en descomposición donde echan en falta "valores", hay entre ellos muchos hombres infelices y frustrados descontentos con sus vidas que culpan a las mujeres y al feminismo de sus problemas... Y todos ellos encuentran en la ultraderecha un discurso que cuadra en la superficie con algunos de los problemas que viven en el día a día, un discurso falso y muy nocivo pero que entienden y que llegan a creer que es una solución a sus problemas. Y por descontado que no lo es. La ultraderecha hace un diagnóstico puramente superficial y cargado de prejuicios, de tal manera que sus propuestas son tan ineficaces como injustas, pues nacen de un análisis pobre y falto de rigor.

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También creo que es importante aclarar algo. Al contrario de lo que ocurre con el voto burgués, el voto de las clases populares a la ultraderecha no es, en general, un voto ideológico ni un voto de odio: es un voto de reacción (equivocada) a los problemas que sufren. Entonces, es necesario señalar que es el propio sistema quien ha creado, en su propio interés, el caldo de cultivo para este auge de la ultraderecha; que es el propio sistema quien ha avivado el fuego que la nutre dando un espacio y una atención enorme en los medios a su discurso; que son también los partidos del sistema quienes están normalizando a la ultraderecha, empezando por un PSOE que, sacando el tema de Franco precisamente ahora tras haber gobernado más de veinte años el país sin mover un dedo al respecto (no dan puntada sin hilo esos siniestros maestros de la estrategia que manejan los hilos del PSOE) ha contribuído a polarizar la opinión pública en torno a ejes simbólicos y a dejar de lado los problemas materiales. En definitiva, el miedo a la ultraderecha es comprensible, pero a quien debemos de temer y aprestanos a combatir es al sistema que la genera, al poder capitalista que la está alentando irresponsablemente en su propio interés.

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martes, 23 de abril de 2019

Amar la tierra

¿Podemos decir que amamos una tierra, un lugar, un país cuando la mayoría somos incapaces de nombrar siquiera tres o cuatro especies de plantas y animales propios del lugar? Creo que no. Pero, ¿qué amamos entonces cuando decimos que amamos un territorio?

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Desde pequeños se nos enseña a amar la superestructura que parasita a esas tierras, a sus animales y a sus gentes, la que las suplanta y oculta, y que nos condena a ser dependientes de su funcionamiento parasitario. Es por ello que conocemos el color de la bandera pero no el de las flores, que sabemos de la vida de los futbolistas pero no de la de los pájaros: ¿sabemos de la vida?

No podemos amar aquello que desconocemos. Pero me doy cuenta de que aprender a odiar esa estructura parasitaria también es, a su manera, una forma de amor.

(*) Esta reflexión ha surgido tras recibir hace un rato esta maravilla: pulsando sobre cada especie de ave se puede escuchar una muestra de los sonidos que hacen. Aprendamos algo sobre el sonido de los pájaros: aprendamos algo sobre la vida.

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jueves, 18 de abril de 2019

Notre Dame de Paris

Así escribía Victor Hugo la introducción a su conocida obra Notre Dame de Paris:

"Hace algunos años que, visitando o, por mejor decir, huroneando la catedral de Notre Dame de París, encontró el autor de este libro en un oscuro rincón de una de sus torres, esta palabra grabada a mano sobre la pared:

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ANATKH

Estas mayúsculas griegas, renegridas con el tiempo y profundamente entalladas en la piedra, no sé qué signos peculiares a la caligrafía gótica, impresos en sus formas y actitudes como para revelar que las había escrito allí una mano de la Edad Media, y sobre todo, el sentido lúgubre y fatal que encierran, hirieron vivamente la imaginación del autor.

Preguntóse a sí mismo, procuró adivinar cual podía ser el alma en pena que no había querido abandonar este mundo sin dejar aquella marca de crimen o de infortunio en la frente de la vieja iglesia.

Después, han embadurnado o raspado (no sé cual de los dos) la pared, y la inscripción ha desaparecido; porque esto es lo que se está haciendo hace ya cerca de doscientos años con las maravillosas iglesias de la Edad Media. De todas partes les vienen las mutilaciones, de dentro como de fuera: el sacerdote las pintorrea, el arquitecto las raspa; el pueblo llega en seguida y las derriba.

Así que, excepto el frágil recuerdo que le consagra aquí el autor de este libro, nada queda ya en el día de la misteriosa palabra grabada en la sombría torre de Notre Dame, nada del ignorado destino que tan melancólicamente reasumía. El hombre que escribió allí aquella palabra desapareció hace muchos siglos de en medio de las generaciones; la palabra ha desaparecido también de la pared de la iglesia, la iglesia misma acaso desaparecerá bien pronto de la faz de la tierra.

Sobre aquella palabra se ha compuesto este libro.

París, marzo de 1831."

ANATKH podría traducirse como "fatalidad". Al enterarme del incendio de Notre Dame me he acordado de esta novela de Victor Hugo que con tanto gusto leí hace ocho años, de cuando la compré en una vieja edición en dos tomos en la feria del libro antiguo y de ocasión de Valencia, de mi amiga Alejandra que me despertó años antes el interés por la literatura de Victor Hugo, de mi amigo Thomas que me alojó en su casa las dos veces que estuve visitando la gran catedral de Notre Dame que ahora ha ardido...

Aún no se han enfriado los restos de Notre Dame y ya han salido varias empresas y algunas personas multimillonarias a anunciar su intención de donar grandes cantidades de dinero para la reconstrucción de esta extraordinaria catedral gótica. Nunca rechazaría el dinero, pero me parece importante hacer constar algunos datos sobre la naturaleza de tales donaciones y la acumulación de capital que las hace posible:

- Las catedrales las construyen los trabajadores, no los ricos ni sus empresas.
- Las catedrales las reconstruyen los trabajadores con sus manos, no los ricos ni sus donaciones.
- Los ricos y sus empresas son ricos y pueden hacer donaciones porque se quedan la plusvalía generada por los trabajadores.
- Los ricos y sus empresas cuando donan una pequeña parte de lo robado a los trabajadores no lo hacen porque les importe el arte o la gente: lo que hacen es invertir en propaganda.
- Un estado que no puede afrontar por sí mismo la conservación del patrimonio común es un estado fallido.
- El problema de base, entonces, es el robo de los ricos y sus empresas a los trabajadores permitido por los estados, un robo al que en el capitalismo llaman "mercado laboral".

¿Por qué empresas tan reconocidamente desalmadas como Iberdrola o el banco de Santander tienen fundaciones y aportan millones a, por ejemplo, la restauración de edificios y obras de arte? Sería muy ingenuo pensar que dichas empresas lo hacen movidas por un sincero interés por el arte o el bien común (risas, por favor). Cabe recordar cómo ambas empresas penalizan continua y sistemáticamente al pobre, al trabajador empobrecido, a la clase trabajadora en general. Porque, ¿a quién cobran comisiones los bancos si no? A la trabajadora empobrecida. ¿A quién penalizan cuando no hay fondos para cubrir una deuda? Al trabajador empobrecido. ¿A quién desahucian cuando se queda sin trabajo ni ahorros? A los trabajadores empobrecidos. ¿A quién cortan la luz cuando no puede pagar un par de recibos? A los trabajadores empobrecidos.

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¿Por qué los estados o los propios trabajadores necesitarían de las donaciones y fundaciones de empresas privadas para restaurar el patrimonio histórico-artístico? Porque tanto el estado como los trabajadores han sido empobrecidos por tales empresas. Entonces, cuando donan, los ricos y sus empresas están devolviendo un ínfima parte de lo que -legalmente- nos han robado a todos. Pero además es que esas donaciones no son a cambio de nada: con ellas están lavando su imagen y, peor aún, generando en la población la idea de que sus riquezas son útiles al conjunto de la población, que las donaciones son necesarias. Y no hay nada más incierto. No rechazaría el dinero mientras sea útil, pero seguiré escupiendo (virtualmente) en sus nombres, en sus escaparates y, sobre todo, en el capitalismo que da valor legal a este crimen.

Desde ciertos sectores también se plantea que la reconstrucción de un edificio, por valioso que sea su aporte al patrimonio histórico-artístico, no debería ser la prioridad "habiendo temas más importantes" como el hambre, el desempleo, etc. Y creo que es un gran error plantear siquiera un debate sobre si el dinero debe ir a corregir problemas como el hambre o si debe ir a mantener el patrimonio pues es rotundamente falso que no haya dinero para ambos temas. Precisamente de eso hablo en esta publicación, de denunciar el origen del problema a partir del cual se generan estos falsos dilemas de tener que elegir entre arte y comida. ¿No es evidente que, si acaso hubiera realmente que elegir entre arte y comida sería porque el sistema que genera tal dilema es un verdadero fracaso, o por mejor decirlo, estamos ante un sistema inhumano que legaliza, entre otros crímenes, la explotación y el robo a los trabajadores?

Pero estos falsos dilemas se nos presentan con mucha frecuencia y, tantas veces, nos llevan a caer en el error de dejarnos llevar por la falsedad de sus propuestas. Un ejemplo reciente de esto fue cuando se planteó que España no debía fabricar armas y barcos de guerra para Arabia Saudí, y se nos replicó desde el poder político que había que elegir entre los puestos de trabajo o la ética de no colaborar con los crímenes de Arabia Saudí. Y no nos podemos dejar llevar por estas mentiras: claro que podemos cuidar del arte, la ética, la naturaleza o cualquier asunto importante, bello o valioso sin renunciar a comer, a lo más básico. Cabe recordar la cantidad de recursos que se derrochan en un sistema tan ineficiente y tan irracional como el capitalismo. Valga como ejemplo el absurdo inmenso, la estafa y el fraude masivos que supone la obsolescencia programada, que mantiene a millones de trabajadores fabricando y transportando mercancias con taras premeditadas para que pierdan su utilidad pasado un corto periodo de tiempo y así tengan que volver a fabricarse, transportarse y comprarse de nuevo. Y todo este derroche de tiempo, energías y recursos para que las empresas y los ricos sigan aumentando sus fortunas a costa de todo y caiga quien caiga. Nunca antes se había producido tanto, y nunca antes se había malgastado tanto. Claro que hay recursos materiales y humanos de sobra para restaurar el patrimonio sin renunciar a que todos tengamos bien cubiertas las necesidades básicas.

Además, un edificio tan antiguo como la catedral de Notre Dame ya ha sido reconstruído en parte varias veces, y en épocas en las que los medios materiales y las técnicas constructivas hacían más complicada y penosa la tarea. Por eso creo que lo adecuado es reconstruirlo, pero sin que ello sirva como escaparate de propaganda para nadie. Y si un estado como el francés se declara incapaz de afrontar por sí mismo la restauración de un edificio tan emblemático y valioso como Notre Dame sin desatender otras partidas de gasto igual o más importantes, entonces creo que es evidente que el problema estará en ese estado, en su gestión y en sus normas. Precisamente creo que el hecho de que no haya dinero ni interés para temas más importantes que el incendio de un edificio da fé de cómo los estados y los medios de comunicación manejan las emociones y la atención de la gente contra el interés general.

ANATKH, fatalidad, lo cuentan los libros, lo dice la historia, lo grita la destrucción del patrimonio artístico y natural: tal será el destino de la humanidad en el capitalismo.

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miércoles, 10 de abril de 2019

Mercadona vende cebollas de Nueva Zelanda


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Mercadona acaba de empezar a vender cebollas cultivadas en Nueva Zelanda, cebollas normales, sin ninguna diferencia respecto a las que se cultivan aquí todo el año, lo único que las distingue es que estas cebollas han tenido que transportarse 19.800 kilómetros.

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Y, quizás, que estas cebollas hayan sido cultivadas en suelos arrebatados a bosques primarios. Pero, eso sí, desde su envase de plástico nos sonríe un emoticono. Justo como en las fachadas de los bancos, que nunca faltan las sonrisas impresas. Y temo que pronto, si seguimos así, esas sonrisas impresas serán las únicas que queden.

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miércoles, 13 de junio de 2018

Precinto de garantía... para el derroche de recursos

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Hasta en los botes de vidrio nos hemos acostumbrado a añadir plásticos totalmente innecesarios, por ejemplo este "precinto de garantía" que rodeaba el tapón de un bote de pepinillos y que lo único que garantiza es un desperdicio adicional que, por su tamaño y caracteristicas, es muy improbable que pueda ser reciclado.

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viernes, 30 de marzo de 2018

Barcelona World Race 2019 cancelada

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Se habla mucho sobre la cancelación de un evento en Cataluña -Barcelona World Race 2019- relacionándolo con la "inestabilidad política". ¿Saben dónde había muchos eventos y no se cancelaba ninguno? En la Comunidad Valenciana de la corrupción galopante: Copa América, Fórmula Uno... hace una década todos los 'grandes eventos' venían a Valencia, "la ponían en el mapa" e iban a "traer prosperidad a sus habitantes". ¿Hace falta recordar qué quedó de todo aquello? Gigantescas deudas, infraestructuras inútiles. La corrupción política nunca ha sido un problema para el poder económico pues, precisamente, ese poder se sustenta en una forma de corrupción aún más profunda y normalizada por el sistema: el chantaje de la economía capitalista. ¿Y cómo calificar sino de chantaje este bombardeo de pseudonoticias que plantean como "indeseable"' porque "pone en riesgo la economía" la reclamación ejercida por una parte importante del pueblo catalán del simple ejercicio de un derecho democrático básico como es el de referéndum?

(*) la fotografía la tomé en Valencia en 2012 y forma parte de la serie ¡Arriba Extraña!

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martes, 13 de marzo de 2018

¡Nosotras estamos con vosotros!



"Yo nací en los Estados Unidos, en el Estado de Georgia, en junio de 1911. Mi padre murió en agosto del mismo año. Mi madre se quedó sola con cuatro hijos en los brazos, tres chicos y una niña pequeña. Esa niña pequeña que era yo le causaba grandes preocupaciones. Durante todo el tiempo que vivimos en el Sur no supe nada de las dificultades de la vida. Sin embargo, había una cosa que me preocupaba mucho. Había oído a mi madre asegurar a una amiga que, antes de su muerte, mi padre le había dicho: “Ninguno de mis hijos debe ser criado más abajo de Mason-Dixie”. Yo preguntaba a menudo a mi madre qué quería decir mi padre con eso, pero ella sólo me respondía: “lo sabrás bien pronto”.

Mi madre se casó de nuevo y me dejó en casa de una amiga en Akron, Ohio. Vivir allí se convirtió en todo un problema para mí. Cuando me llevaban al teatro debía sentarme en una zona reservada. Yo no comprendía por qué. Después del espectáculo yo no podía ir a comer a un restaurante, como lo hacía el resto de la gente. En el trolebús los blancos no querían sentarse a mi lado.

Cuando mi madre adoptiva me mandaba a comprar el pan, lo tenía que comprar al mismo precio que los blancos pero siempre me atendían la última y envolvían mi pan en un papel malo, todo arrugado. En mi mente infantil yo odiaba a los blancos. Ellos son todos así, pensaba yo. Sentía que me odiaban y que me consideraban sucia y estúpida. Sabían bien que yo no podía defenderme, aunque hubiera querido.

Cuando iba al colegio los niños blancos me llamaban “Nigger” y se negaban a sentarse a mi lado. Un día, regresé a casa y dije que no volvería jamás al colegio, ya que los niños no querían jugar conmigo. Mi madre adoptiva me dijo que yo debía volver y aprender mucho, de ese modo podría educarme a mí misma y nadie podría quitarme lo ya aprendido. Volví, por tanto, al colegio, reprimiendo mis lágrimas por no poder jugar con los otros niños.

Más tarde, cuando estaba en el Instituto, aprendí a jugar muy bien al tenis y al baloncesto, no en el propio Instituto, sino en el centro deportivo organizado por la comunidad negra. Me consideraban una buena deportista y el Instituto me invitó a formar parte del equipo de baloncesto. Pero al mismo tiempo, me hicieron saber que mi presencia en las reuniones del club era superflua, aunque de todas formas debía pagar la cuota mensual. Todo eso y muchas otras cosas eran razón suficiente para odiar a los blancos. Sin embargo, en los años siguientes, los libros y la vida me hicieron conocer a hombres blancos realmente buenos: ¡los camaradas!

Cuando pienso en América, el país de las riquezas fabulosas, el país que pasa por ser el más civilizado, delante de mis ojos se forma siempre la imagen de un país dividido por los ricos en tres partes: los ricos, los trabajadores y los negros, los parias de la sociedad.

¿Por qué los ricos han diseñado esta división? No sé si la respuesta que he encontrado es exacta, pero pienso que los trabajadores son los que llevan una lucha amarga por subsistir: los obreros, los granjeros, los pequeños comerciantes, los artesanos; y los negros también entran en esta categoría. Los ricos lo saben bien y temen que todos esos explotados se unan para enfrentarse a ellos. Saben bien que estamos cansados de la opresión, del odio y del terror. Pero mientras los oprimidos sigan desunidos, mientras se peleen entre ellos, no pensarán en atacar al enemigo común. ¿Cómo se las apañan los ricos para dividir a los trabajadores? Convencen a los blancos de que los negros son peligrosos, que les quitan el trabajo contentándose con sueldos más bajos; dicen que los negros son estúpidos, depravados, tarados. ¡En América, muchos les creen y contribuyen a oprimirnos! Pero los oprimidos comienzan al fin a comprender quiénes son sus verdaderos enemigos. Hoy día los blancos oprimidos no ven a los negros con los mismos ojos que antes, ven que el negro no es un ser malvado. Ven en él un compañero, un camarada, un ser humano perseguido que, durante mucho tiempo, no pudo confiar en ningún blanco.

Yo llegué a España en abril de 1937. Quería luchar contra los fascistas. Lo que veo en España no son negros oprimidos, sino blancos, obreros y campesinos que trabajaban para aquellos que ahora les hacen la guerra, una guerra exterminadora. Cuando comparo España con mi patria veo aquí lo mismo que allí. De un lado, los trabajadores de la España republicana y del otro, los fascistas.

He resuelto en España el problema de mi vida. Ahora sé que los negros no son los únicos oprimidos sino que lo son principalmente para suscitar el odio racial entre los trabajadores. Hoy ya no odio a los blancos, pero más que nunca odio el fascismo y el chovinismo de los blancos que, cuando era pequeña, me parecían tan incomprensibles.

¡Salud, Camaradas!"

(*) Testimonio de Salaria Kee O´Reilly, una de las mejores enfermeras del hospital americano de Villa Paz donde trabajó como voluntaria durante la Guerra Civil española, recogido en el libro "¡NOSOTRAS ESTAMOS CON VOSOTROS!" (disponible en PDF aquí) como homenaje a las mujeres brigadistas, pero también españolas, antifascistas todas, que trabajaron en el frente y los hospitales para salvar la vida y curar a militares y civiles víctimas de la terrible agresión fascista.

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domingo, 28 de enero de 2018

Sobre la desnaturalización del ser humano en el capitalismo



Se suelen achacar a la "naturaleza humana" muchos hechos y comportamientos que, por contra, si se explican es por la desnaturalización del ser humano y sus actividades en el capitalismo. El filtro es grave, implacable: el capital omnipresente y todopoderoso, dictando qué es bueno y qué no, asume el papel de una teocracia definitiva disfrazada de ciencia económica; un giro copernicano, para atrás y sin red, centrifugador de toda belleza y verdad.

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jueves, 28 de diciembre de 2017

Calendario 2018 dedicado a los animales


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Como cada año para 2018 también he preparado una colección de mis fotografías en un calendario de pared que vendo por 15 euros (gastos de envío incluídos para España). El tema de este año son los animales y por cada calendario vendido donaré 1 euro a la protectora u organización de defensa del medio ambiente que más menciones reciba de entre las que me propongáis. Invitados estáis pues a participar, vayáis o no a adquirir el calendario.

Contacto a través de mi página web - http://www.victorarandagarcia.es - o en los comentarios.

¡Muchas gracias y felices fiestas!

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miércoles, 13 de diciembre de 2017

El colapso del medio ambiente y la ceguera inducida por los medios

El agravamiento de la pérdida de biodiversidad en el planeta terminará siendo el tema silenciado del siglo debido a los vínculos interesados del capital con los medios de comunicación.

(*) Artículo publicado por William E. Rees (profesor emérito de ecología social y ecología económica en la universidad British Columbia) en TheTyee.ca el 16/11/2017 y traducido al castellano por el recomendable blog Arrezafe.
(**) Las fotografías con las que he ilustrado el artículo aqui pertenecen a la serie '¡Arriba Extraña!' que puede verse en esta galería de mi página web.

Una cosa curiosa del homo sapiens es que somos lo suficientemente inteligentes como para documentar, con exquisito detalle, varias tendencias que presagian el colapso de la civilización moderna, pero no lo suficientemente inteligentes como para librarnos de nuestra situación autoinducida.

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Esto se puso de relieve una vez más en octubre, cuando los científicos informaron que las poblaciones de insectos voladores en Alemania han disminuido en un alarmante 75 por ciento en las últimas tres décadas, acompañadas, en los últimos doce años, por una disminución del 15 por ciento en las poblaciones de aves . Las tendencias son similares en otras partes de Europa donde los datos están disponibles. Incluso en Canadá, todo, desde la casual observación de los parabrisas, hasta las evaluaciones científicas formales, muestran una caída en el número de insectos. Mientras tanto, las poblaciones domésticas de muchas aves que comen insectos están en caída libre. Ontario ha perdido la mitad de sus pájaros carpinteros en los últimos 20 años. En todo el país, especies como halcones nocturnos, golondrinas, martín pescador y atrapamoscas han disminuido hasta en un 75 por ciento. Las golondrinas del Gran Vancouver se han reducido en un 98 por ciento desde 1970. ¿Oímos algo sobre todo esto en las principales noticias?

Mal, muy mal. La pérdida de la biodiversidad, que puede convertirse en la pesadilla del siglo, es causada por muchos factores individuales, pero que interactúan: la pérdida de hábitat, el cambio climático, el uso intensivo de plaguicidas y varias formas de contaminación industrial, por ejemplo, suprimen las poblaciones de insectos y aves. Pero el motivo general es lo que un ecologista podría llamar el "desplazamiento competitivo" de la vida no humana por el crecimiento inexorable de la actividad humana.

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En un planeta limitado, donde millones de especies comparten el mismo espacio y dependen de los mismos productos finitos de la fotosíntesis, la expansión continua de una especie conduce necesariamente a la contracción y extinción de otras. (Políticos, tomen nota: siempre hay un conflicto entre población humana / expansión económica y la "protección del medio ambiente").

¿Se acuerdan de los 40 a 60 millones de bisontes que solían vagar por las grandes llanuras de América del Norte? Ellos, junto con los millones de ciervos, berrendos, lobos y bestias menores que una vez animaron los ecosistemas de las praderas, han sido "competitivamente desplazados", y sus hábitats han sido tomados por una biomasa mucho mayor de humanos, ganado, cerdos y ovejas. Y no sólo en las soleadas Grandes Llanuras de Norte América, también por los millones de ganaderos en todo el mundo que dependen, en parte, de las exportaciones de cereales, aceite de semillas, leguminosas y carne de Norte América.

El desplazamiento competitivo se ha venido produciendo durante mucho tiempo. Los científicos estiman que en los albores de la agricultura, hace 10.000 años, el homo sapiens representaba menos del uno por ciento del peso total de los mamíferos en el planeta. (Probablemente sólo había de dos a cuatro millones de personas en la Tierra en ese momento). Desde entonces, los humanos han crecido hasta representar el 35 por ciento de una biomasa total mucho más grande; la tasa de animales domésticos y la dominación humana de la biomasa de mamíferos del mundo se eleva al 98.5 por ciento!

No se necesita buscar más para explicar por qué las poblaciones silvestres se han desplomado a nivel mundial en casi un 60 por ciento en el último medio siglo. Los tigres salvajes han sido expulsados ​​del 93 por ciento de su habitat histórico y su población se ha reducido a menos de 4.000 en todo el mundo; los elefantes africanos ha menguado hasta en un 95 por ciento, estimándose en sólo 500.000 en la actualidad; la caza furtiva arrojó cifras sobre el rinoceronte negro: de los ya escasos 70.000 en 1960 a sólo 2.500 a principios de los años noventa. (Con un intenso esfuerzo de conservación, se han recuperado desde entonces alrededor de 5.000). Y aquellos que piensan que Canadá todavía es una zona silvestre, prístina y poco poblada deberían repensarlo: la mitad de las especies silvestres regularmente monitoreadas en este país están en declive, con una caída promedio de la población del 83 por ciento desde 1970. ¿Mencioné que la población de orcas residente al sur de British Columbia es de tan sólo 76 animales? Eso se debe, en parte, a que los pescadores han alejado a las orcas de su alimento favorito, el salmón Chinook que, a su vez, ha sido desplazado de sus arroyos de desove a través de represas hidroeléctricas, contaminación y urbanización.

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La historia es similar para especies familiares en todas partes y probablemente peor para la fauna no carismática. Los científicos estiman que la "moderna" tasa de extinción de especies es de 1.000 a 10.000 veces la tasa de fondo natural. La economía mundial está afanosamente ocupada convirtiendo la naturaleza viviente en cuerpos humanos y ganado doméstico, algo que pasa desapercibido a nuestras poblaciones, cada vez más urbanas. La urbanización aleja a las personas tanto psicológicamente como espacialmente de los ecosistemas que las respaldan.

Puede que el carro de la masa humana comenzara a rodar hace 10 milenios, pero en los dos últimos siglos de crecimiento exponencial ha acelerado extraordinariamente el ritmo del cambio. Tomó toda la historia de la humanidad, digamos 200.000 años, para que nuestra población alcanzara los mil millones a principios del siglo XIX, pero sólo 200 años, 1/1000 de tiempo, para alcanzar los 7.600 millones de hoy. Mientras tanto, la demanda de materia prima en el planeta se ha elevado aún más: el PIB mundial se ha multiplicado por más de 100 desde 1800, y el promedio de ingresos per cápita en un índice de 13 (aumentando a 25 en los países más ricos ). En consecuencia, el consumo se ha disparado y la mitad de los combustibles fósiles y muchos otros recursos utilizados por los humanos se han consumido en los últimos 40 años. (Ver gráficos)

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¿Por qué es importante esto, incluso para aquellos a quienes realmente no les importa la naturaleza en sí ? Además de la infamia moral asociada con la extinción de miles de otras formas de vida, existen razones puramente egoístas para preocuparse. Por ejemplo, dependiendo de la zona climática, entre el 78% y el 94% de las plantas con flores, incluidas muchas especies de alimentos para humanos, son polinizadas por insectos, pájaros e incluso murciélagos. (Los murciélagos, también en apuros en muchos lugares, son los polinizadores principales o exclusivos de 500 especies en al menos 67 familias de plantas). Hasta un 35% de la producción mundial de cultivos depende más o menos de la polinización animal, lo que garantiza o aumenta la producción de 87 cultivos alimentarios líderes en todo el mundo.

Pero hay una razón más profunda para temer el agotamiento y la despoblación de la naturaleza. En ausencia de vida, el planeta Tierra es sólo una roca húmeda intrascendente con una atmósfera venenosa que gira inútilmente alrededor de una estrella ordinaria en las orillas extremas de una galaxia irrelevante. Es la vida misma, comenzando con innumerables especies de microbios, la que gradualmente generó el "ambiente" adecuado para la vida en la Tierra tal como la conocemos. Los procesos biológicos son responsables del equilibrio químico favorable a la vida de los océanos; las bacterias fotosintéticas y las plantas verdes han almacenado y mantienen la atmósfera de la Tierra con el oxígeno necesario para la evolución de los animales; la misma fotosíntesis extrajo gradualmente miles de millones de toneladas de carbono de la atmósfera, almacenándolas en cretas, piedra caliza y depósitos de combustibles fósiles, de modo que la temperatura promedio de la Tierra (actualmente alrededor de 15º C) ha permanecido para edades geológicas en la estrecha franja que hace posible la vida basada en agua, incluso cuando el sol se ha estado calentando (es decir, que el clima estable es parcialmente un fenómeno biológico); innumerables especies de bacterias, hongos y una verdadera colección de micro-fauna regeneran continuamente los suelos que cultivan nuestros alimentos. (Desdichadamente, el agotamiento por la agricultura es incluso más rápido. Según algunas versiones, nos queda, tan sólo, poco más de medio siglo de tierra cultivable).

En resumen, el homo sapiens depende completamente de una rica diversidad de formas de vida destinadas a proporcionar multitud de funciones básicas, esenciales para la existencia y supervivencia de la civilización humana. Con una gran crisis mundial sin precedentes, inducida por los humanos, ¿qué posibilidades hay de que la integridad funcional de la ecosfera sobreviva a la próxima duplicación del consumo material que todos esperan antes de mediados de siglo?

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Esta es la cuestión: el cambio climático no es la única sombra que oscurece la puerta de la humanidad. Si bien no lo sabréis por los medios de comunicación dominantes, la pérdida de biodiversidad podría suponer una amenaza sobre la existencia misma de la humanidad. Mientras pensamos en ello, agreguemos a la mezcla la degradación del suelo y del paisaje, la posible escasez de alimentos, de energía y de otros recursos. Y si crees que probablemente podremos "manejar" cuatro de cada cinco de estos problemas ambientales, no importa. La pertinente versión de la ley de Liebig establece que, cualquier sistema complejo que dependa de varios insumos esenciales puede ser eliminado por ese único factor de menor suministro (y aún no hemos abordado los riesgos adicionales planteados por la agitación geopolítica que inevitablemente seguiría a la desestabilización ecológica).

Lo cual plantea preguntas que, por supuesto, van más allá del mero interés académico. ¿Por qué no estamos colectivamente aterrados o al menos alarmados? Si nuestra mejor ciencia sugiere que estamos camino al colapso de los sistemas, ¿por qué el colapso y cómo evitarlo no son los temas principales del discurso político internacional? ¿Por qué la comunidad mundial no participa en un debate urgente y comprometido sobre las iniciativas disponibles y los mecanismos institucionales transnacionales que podrían ayudar a restablecer el equilibrio en la relación entre los seres humanos y el resto de la naturaleza?

Hay muchas opciones políticas, desde simples impuestos al consumo, pasando por iniciativas populares de planificación integral para una economía sostenible, hasta una educación general que propicie cambios voluntarios en el estilo de vida, todo lo cual mejoraría las perspectivas de la sociedad mundial para la supervivencia a largo plazo. Cualidades humanas únicas, desde una inteligencia consciente (por ejemplo, razonar a partir de la evidencia), la capacidad de planificar con anticipación, hasta la conciencia moral, son requisitos indispensables para la tarea, pero permanecen inactivas: hay pocos indicios de voluntad política para reconocer el problema y mucho menos para elaborar soluciones genuinas (que el acuerdo climático de París no contempla).

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¿Conclusión? El mundo parece negar el inminente desastre; la palabra "C" [¿capitalismo?] permanece silenciada. Todos los gobiernos desestimaron la advertencia (1992) de los científicos a la Humanidad, según la cual, "se requiere un gran cambio en nuestra administración de la Tierra y de la vida en ella, si se quiere evitar la gran miseria humana", e ignorarán de manera similar la "segunda" (Publicada el 13 de noviembre de 2017, esta advertencia afirma que la mayoría de las tendencias negativas identificadas 25 años antes "están empeorando").

A pesar de la cascada de evidencias y el análisis detallado de lo contrario, la comunidad mundial, como si de su santo grial contemporáneo se tratara, proclama que el "crecimiento-somos-nosotros". Incluso los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se basan en la expansión económica como único martillo para cada problemático clavo. Mientras tanto, los gases de efecto invernadero alcanzan niveles máximos históricos, las zonas muertas marinas proliferan, los bosques tropicales caen y las extinciones se aceleran.

¿Qué está pasando aquí? La explicación completa de este enigma humano y potencialmente fatal es sin duda compleja, pero Herman Melville lo resumió bastante bien en su Moby Dick:

"No hay locura de las bestias de la tierra que no sea infinitamente superada por la locura de los hombres".

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