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jueves, 12 de marzo de 2009

Susi Saramago Barcelona

A tenor del caso de la elefanta Susi en Barcelona, José Saramago se suma a la indignación popular por el injustificable maltrato que se da a los animales en los zoológicos

El zoo, ese anacronismo que aún pervive en muchas ciudades, está de actualidad a causa de una elefanta deprimida y enferma. Hace ya un año que murió su compañera de celda en el zoológico de Barcelona y desde entonces no sólo su ánimo sino también su salud ha decaído hasta extremos que han conmovido a muchos, y han llevado a otros tantos a expresar su indignación de forma pública manifestándose o escribiendo artículos contra la inoperancia de las instituciones responsables del zoo. José Saramago, está entre estos últimos. Desde su blog el escritor y premio Nobel ha creado un alegato de solidaridad hacia los animales titulado Susi, que demuestra, una vez más, que conceptos como izquierda y solidaridad no son nada si no hay un corazón detrás. Bravo. Al menos así lo veo yo.

Susi
por José Saramago

Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo. Si yo pudiera, prohibiría la utilización de animales en los espectáculos de circo. No debo ser el único que piensa así, pero me arriesgo a recibir la protesta, la indignación, la ira de la mayoría a los que les encanta ver animales detrás de verjas o en espacios donde apenas pueden moverse como les pide su naturaleza. Esto en lo que tiene que ver con los zoológicos. Más deprimentes que esos parques, son los espectáculos de circo que consiguen la proeza de hacer ridículos los patéticos perros vestidos con faldas, las focas aplaudiendo con las aletas, los caballos empenachados, los macacos en bicicleta, los leones saltando arcos, las mulas entrenadas para perseguir figurantes vestidos de negro, los elefantes haciendo equilibrio sobre esferas de metal móviles. Que es divertido, a los niños les encanta, dicen los padres, quienes, para completa educación de sus vástagos, deberían llevarlos también a las sesiones de entrenamiento (¿o de tortura?) suportadas hasta la agonía por los pobres animales, víctimas inermes de la crueldad humana. Los padres también dicen que las visitas al zoológico son altamente instructivas. Tal vez lo hayan sido en el pasado, e incluso así lo dudo, pero hoy, gracias a los innúmeros documentales sobre la vida animal que las televisiones pasan a todas horas, si es educación lo que se pretende, ahí está a la espera.

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