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domingo, 14 de diciembre de 2014

La Obsolescencia Programada en el Capitalismo




Al margen de consideraciones éticas o de justicia: ¿podemos valorar con seriedad un sistema que precisa de un parche absolutamente irracional como es la obsolescencia programada para mantenerse? La obsolescencia programada en el capitalismo hace la función del acto de vomitar en una persona afectada de anorexia: se deshecha anticipadamente lo consumido sólo para poder volver a consumir, malgastando recursos y energías sólo para mantener la actividad. Es también como un ciclista que debe seguir pedaleando sólo para no caer: un cliclista al que se le exige pedalear en círculos una vez alcanzado el destino. Un hamster que corre en su rueda para llegar a ningún sitio. Visto con perspectiva el sistema crea de esta manera unas necesidades ficticias (¡aún habiendo tantas necesidades reales por satisfacer!) para mantener el trabajo, en vez de aplicar la solución lógica, sensata, racional, humana y ecológica que sería repartir el trabajo. Si realmente los avances técnicos y científicos hubieran sido puestos al servicio de la humanidad no existiría ya el hambre, los medicamentos llegarían a toda la población, y lógicamente la jornada laboral habría sido reducida drásticamente también. Porque no vivimos una crisis de recursos, no hay una escasez real: es más bien un problema de reparto generado por un sistema que acrecienta las desigualdades y premia la especulación frente a la producción, hasta el punto que la economía especulativa mueve ya cientos de veces más dinero que la economía productiva. Sin embargo los profetas del sistema no dejan de predicarnos la necesidad insoslayable de aumentar la productividad a base de bajar salarios y recortar derechos laborales exigiendo fé en sus predicciones como verdades reveladas. Estos falsos profetas interpretan la oscura voluntad de los temibles mercados como antiguamente se leían las vísceras de una carnero para anticipar lluvias, terremotos o epidemias que eran consideradas voluntad de Dios. Porque la economía es la nueva religión. Y el dinero es su Dios. Y los obreros son sacrificados en modernos altares de vidrio y acero para calmar a sus volubles y eternamente insaciables mercados.

El trabajo no se crea: el trabajo se reparte. Y habrá crisis mientras no se asuma esta realidad que cuestiona de raiz el sistema capitalista, un sistema que no tiene nada de natural y que, por insolidario y devastador, es en realidad profundamente inhumano. O, por decirlo con otras palabras: lo único que diferencia al capitalismo de una mierda pinchada en un palo... es el palo.

domingo, 9 de enero de 2011

Obsolescencia programada, ¿qué es?

El ciclo del consumo cada vez es más corto. Tenemos productos más baratos, pero de una vida útil cada vez menor. El resultado: perdemos tiempo, perdemos dinero y, lo que es peor, gastamos mucha energía innecesariamente y dejamos un montón de basura por el camino. ¿Tiene esto algún sentido?

Baterías que se estropean antes de cumplir los dos años, bombillas que se funden a las mil horas, cámaras de fotos que debes renovar cada dos años... ¿Has pensado por qué los aparatos se estropean tan pronto a pesar de los avances técnicos? No es casualidad. Podríamos decir que los productos están "fabricados para no durar". ¿Por qué? Hagamos cuentas...

Yo siempre pongo el ejemplo del ventilador... Recuerdo los modelos antiguos: eran piezas de diseño que practicamente se heredaban. Eran sólidos, bien acabados y algo más caros que los actuales. Al cambio, el precio de un ventilador podía ser de unos 50 - 60 euros. Ahora los encuentras en cualquier pequeña tienda de electrodomésticos o centro comercial por unos 15 - 20 euros de media. Pues mucho mejor, ¿no? Rotundamente no. El ventilador de 50 euros te podía durar perfectamente 20 o 30 años sin dar problemas. En cambio el ventilador de 15 euros tendrás suerte si te dura para el siguiente verano: si no falla el sistema eléctrico lo mismo se te rompe solito en la mano, pues muchos de ellos se fabrican en plásticos tan malos que se vuelven quebradizos con el paso del tiempo, en apenas dos años pierden la ya baja resistencia con la que los compramos. Y ahí está el negocio. Calculemos el gasto para 20 años: 50 euros para el modelo "caro" (50 euros x 1 ventilador); 150 euros para el modelo "barato" (15 euros x 10 ventiladores). Y no sólo eso: 10 visitas a la tienda (para comprarlo), 10 visitas al Ecopark (para tirarlo)... ¿Qué es rentable entonces? Lo barato sale caro, siempre: caro para el consumidor, caro para el planeta.

Esta noche a las 22:00 (CET) La 2 de Televisión Española y RTVE.es emiten el documental Comprar, Tirar, Comprar un interesante y revelador trabajo que nos descubre el secreto de esta absurda dinámica de consumo: la obsolescencia programada, lo que es actualmente el "motor" de la economía moderna.

Rodado en Catalunya, Francia, Alemania, Estados Unidos y Ghana, Comprar, tirar, comprar, hace un recorrido por la historia de una práctica empresarial que consiste en la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo porque, como ya publicaba en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana, "un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios".

El documental, dirigido por Cosima Dannoritzer y coproducido por Televisión Española, es el resultado de tres años de investigación, hace uso de imágenes de archivo poco conocidas; aporta pruebas documentales y muestra las desastrosas consecuencias medioambientales que se derivan de esta práctica. También presenta diversos ejemplos del espíritu de resistencia que está creciendo entre los consumidores y recoge el análisis y la opinión de economistas, diseñadores e intelectuales que proponen vías alternativas para salvar economía y medio ambiente

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