Los políticos desoyen a los científicos y permiten que el atún rojo avance hacia su desaparición.
El pasado lunes, 42 países reunidos en Marrakech decidieron el futuro del atún rojo del Atlántico y Mediterráneo. Las expectativas que levantaron los aparentes posicionamientos de varios países europeos días antes de la reunión de la Comisión Internacional para la Conservación de Túnidos del Atántico (ICCAT, por sus siglas en inglés) se vinieron abajo a último momento. Las negociaciones sobre la gestión del atún, el pescado más cotizado y al borde del colapso, fueron más tensas que nunca, y las distintas posturas se diluyeron, con el cansancio de la madrugada y el reloj presionando por un consenso imposible, en el clásico acuerdo de mínimos.
¿Acuerdo entre quiénes, y sobre qué? Para los científicos, la realidad no es discutible: los stocks del atún rojo del Atlántico y Mediterráneo ('Thunnus thynnus'), el más preciado de entre los atunes rojos, están muy mermados. Como en anteriores reuniones, el propio comité científico de la ICCAT puso sus informes sobre la mesa y ofreció sus recomendaciones objetivas: para lograr que la pesca de esta especie sea sostenible, es decir, duradera en el tiempo, hay que reducir las cuotas anuales de captura a 15.000 toneladas en todo el mundo, respetar el peso mínimo de 30 kilos y proteger las zonas de puesta del Mediterráneo imponiendo una veda en los meses de reproducción (de mayo a julio).
Tras una semana de negociaciones entre las delegaciones políticas, la ICCAT logró reducir las capturas para 2009 a 22.000 toneladas anuales (frente a las 30.000 de 2008), que serán 20.000 en 2010 y 18.000 en 2011. "No es lo ideal, pero se ha avanzado algo", admite José Luis Cort, del Instituto Español de Oceanografía y actual director del Centro Oceanográfico de Santander. Pero los "logros" -"seguimos estando en una franja peligrosa", comenta Cort- se terminan ahí. De hecho, el acuerdo ha sido calificado de "desastre" por todos los grupos ecologistas. "Las cuotas no están mal", señala el oceanógrafo. "Pero si no van acompañadas de controles para que se cumplan estrictamente, la realidad es que vienen los barcos piratas y hacen estragos", añade. Con todo, la propuesta aprobada incluye ciertas medidas de control en este sentido.
Actualmente, las cuotas oficialmente admitidas no se respetan debido a la pesca pirata, que multiplica por dos las capturas. Tampoco hay forma de confirmar si se cumplen las tallas mínimas, y las pesquerías del atún se cierran al cerco (la pesca más industrial) desde el 15 de junio hasta el 15 de abril del año siguiente, dejando desprotegida parcial o totalmente la época de reproducción, según la zona. Lo que se esperaba de la última reunión de la ICCAT era un cambio de giro en esta tendencia hacia el colapso de la especie, y así lo habían sugerido países como España, Italia y Japón, muy influyentes en estas pesquerías.
Sin embargo, a la hora de la verdad, la medida más importante para mantener los stocks, que es la protección de las zonas de reproducción, quedó en el aire. José Luis Cort, que asistió a la reunión de Marrakech en calidad de observador, muestra su claro disgusto respecto a la propuesta, insistida por la Unión Europea y finalmente aprobada, de proteger la zona de puesta de Baleares pero no hacerlo para todo el Mediterráneo central y oriental. "Es decepcionante", dice Cort, "que la propuesta europea no haya considerado el cierre de la zona oriental del Mediterráneo. Es injusto que se recorte por un sitio y no por otro".
Barra libre de atún
Según el acuerdo alcanzado por la ICCAT, que en gran medida reflejó la postura europea (a pesar de la oposición inicial de EEUU, Canadá y Japón), la veda en la zona de Baleares se amplía 15 días (queda así protegido el mes de junio), mientras que en el resto del Mediterráneo no sólo no se cierran las pesquerías en los meses de reproducción, que comienzan antes (en mayo), sino que se han ampliado 15 días los días en que se puede faenar. "En cuanto se abra la veda, saldrán todos como locos corriendo hacia el este, tanto legales como ilegales. ¡Claro! ¡Allí hay barra libre!", advierte Cort. "Lo lamento muchísimo porque se le podría haber dado un enfoque conservacionista y no puramente político", añade.
El propio Cort fue presidente del comité científico de la ICCAT y sabe que estas negociaciones son "guerras comerciales". La organización ecologista WWF/Adena, desde Marrakech, denunció que algunos países de la Unión Europea estaban amenazando con represalias comerciales a países más débiles (como Panamá o México) con el objetivo de conseguir sus votos. De nada sirvió la postura española, modélica en los días previos a la reunión al motivar la resolución simbólica aprobada por ochenta países durante la Cumbre Mundial de la Biodiversidad celebrada en Barcelona el pasado mes de octubre. España parecía liderar la conservación del atún con una ampliación de la veda y la creación de un santuario en Baleares, pero una vez en Marrakech, su postura fue, para los ecologistas, más bien tímida.
En realidad, proteger la zona balear (añadiendo 15 días al cierre pesquero) es una medida más descafeinada de lo que parece, según José Luis Cort. "Es verdad que es una zona de puesta importantísima para una población de atunes de la que depende todo el Atlántico oriental [y de ésta depende, a su vez, la población occidental, de ahí el interés conservacionista de EEUU y Canadá], pero afecta a una parte muy pequeña de la flota", explica. "Porque todos los que están en Baleares se van corriendo al este, y en Baleares se quedan cuatro barquitos. ¿No dicen que quieren proteger las zonas de puesta? ¡Pues protéjanlas todas! ¡Quítenles otros 15 días al Mediterráneo oriental!".
Mientras el gobierno español celebró como éxito el acuerdo vinculante de la ICCAT, los grupos ecologistas lo han considerado una condena al colapso del atún rojo del Mediterráneo. "Las decisiones continúan estando corruptas por intereses económicos y políticos a corto plazo. El resultado es que la ICCAT sigue sin cumplir su mandato de mantener las plobaciones de pescado a un nivel sostenible", declaró la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La historia del atún ha sido una sucesión de colapsos continuados. Primero fue el Mar del Norte, luego el Atlántico Occidental, luego las almadrabas (hoy tienen un rendimiento cuatro veces menor). Ahora, se ha perdido la oportunidad de conservar los caladeros mediterráneos. "Vamos camino del último capítulo de esta historia. Entonces diremos: '¡Se acabó lo que había!", puntualiza Cort.
Fuente: Diario El Mundo
domingo, 30 de noviembre de 2008
Pan para hoy, extinción para mañana
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