viernes, 27 de marzo de 2009

Mea culpa

...aquél que traga pecados

El miedo a la muerte es algo tan natural y básico como la propia existencia, es un instinto natural común a hombres y animales. No en vano el tiempo se acaba con la muerte, así que, ¿cómo no iban a tenerle miedo los miembros de una sociedad que vive obsesionada y quejosa por la falta de tiempo para esto y lo otro? Una cierta sensación de inmortalidad acompaña a nuestras euforias, al tiempo que basta un mal trago y poco más para que desde la depresión pasemos a desear el falso y triste consuelo que el fín de la vida promete...

Bien mirado y pensándolo un poco más: ¿por qué iba a tener miedo a la muerte aquél que construye su casa con lápidas y pasea sobre cementerios? ¿No será nuestra querida madre tierra la que deba tener miedo? Vista desde fuera, desde el frio, inerte, y terriblemente vacío universo, el planeta de la vida parece actualmente consumido por un cáncer muy activo, vital y encantado de conocerse: el ser humano.

Carpe Diem!

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