martes, 31 de mayo de 2011

Las emisiones de CO2 sigen creciendo a pesar de la crisis

¿Has escuchado eso de que ahora los coches contaminan menos, que todo es más ecológico y que vamos por el buen camino? Es falso. Una mentira cochina y contaminada, y no sólo por gases, sino por intereses oscuros como el carbón. En 2010 las emisiones de CO2 han vuelto a batir todos los récords a pesar de la crisis.

Parece que la crisis ya no afecta a las emisiones de dióxido de carbono (CO2): la industria energética vertió el año pasado un volumen récord de estos gases contaminantes y convirtió en "casi una utopia" la aspiración de la comunidad internacional de limitar el calentamiento global a unos dos grados centígrados, según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

Según los datos el 44% de las emisiones de CO2 (uno de los principales causantes del efecto invernadero que amenaza con incrementar la temperatura media global del planeta) provinieron del carbón. El 36% están vinculadas al petróleo y otro 20% al gas natural. Son tres industrias que deben comprometerse a reducir sus emisiones para atajar el riesgo del calentamiento global, según ha señalado la AIE en un comunicado.

En total las emisiones alcanzaron 30,6 gigatoneladas (Gt), un 5% superior al anterior máximo histórico alcanzado en 2008 (29,3 Gt). En 2009 las emisiones se redujeron algo por el parón económico global, por lo que los expertos confiaban en que la crisis redujera los efectos del calentamiento global. El crecimiento de China, India, sin embargo, ha revertido esa tendencia. "A menos que se tomen decisiones importantes muy pronto, será muy difícil lograr contener el calentamiento a menos de dos grados", ha advertido el doctor Fatih Birol, economista jefe de la AIE. La AIE calcula que para cumplir el objetivo de limitar el calentamiento global a unos dos grados centígrados, las emisiones anuales no deberían exceder las 32 Gt en 2020. "Estamos muy cerca de ese límite, es una mala noticia", ha advertido Birol.

Pese al incremento de emisiones en los países en vías de desarrollo, el calentamiento global sigue siendo una amenaza gestada en los países desarrollados, principalmente los del mundo occidental. Los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) representaron el 40% del CO2 generado en el mundo, aunque solo contribuyeron en una cuarta parte sobre el incremento constatado en 2010. Cada ciudadano de la OCDE genera de media unas 10 toneladas de ese gas, mientras en China y la India esa cifra cae hasta las 5,8 y las 1,5 toneladas, respectivamente.

UN FUTURO HIPOTECADO
La perspectiva es embrollada porque el 80% de las emisiones previstas en el sector energético para 2020 ya están garantizadas: proceden de centrales que están en marcha o en construcción y que tendrán capacidad para emitir más de tres cuartas partes del total de emisiones de dióxido de carbono permitidas para la próxima década. "La fijación de las emisiones de futuro representan un serio revés para las esperanzas de limitar el aumento global de la temperatura a no más de dos grados", ha indicado Birol.

Esta tendencia implica el 50% de posibilidades de que las temperaturas medias en el planeta aumenten hasta más de cuatro grados centígrados el próximo siglo. "Un calentamiento de este calibre así puede ser desastroso para la vida en la Tierra", ha señalado Lord Stern, profesor de la London School of Economics experto en el calentamiento global.

Sólo un verdadero compromiso de cambio que una en el esfuerzo a instituciones, gobiernos y ciudadanos a nivel global podría revertir esta tendencia. Es imprescindible racionalizar el consumo por parte de todos, no sólo es necesario consumir mejor sino consumir menos. Es lógico que se anime a las personas a dejar de fumar por el riesgo para la salud: sin embargo, parece que la certeza de vivir en un planeta enfermo y conocer las causas todavía no nos ha motivado lo suficiente para cambiar de hábitos y evitar así un agravamiento de los síntomas y sus temibles efectos. ¿Reaccionaremos cuando ya sea tarde?

(*) Fuente de la noticia y parte de la redacción: Ferrán Balsells para el diario El País

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