miércoles, 16 de enero de 2008

Más voces contra los transgénicos

El diario El Mundo recoge hoy en su edición digital la propuesta de expertos y ecologistas para la prohibición del cultivo de transgénicos.

La medida ha sido tomada días después de que Francia haya prohibido el cultivo de maíz transgénico de la variedad MON 810 -de la compañía estadounidense Monsanto-, de la que en España se cultivan más de 75.000 hectáreas, lo que convierte a nuestro país en el mayor productor de maíz transgénico de Europa.

Los firmantes, procedentes de centros de investigación como el (CSIC), universidades, jardines botánicos y de organizaciones sindicales y ecologistas, apoyan la iniciativa «ante la amenaza que representan para la agricultura y la sostenibilidad», el cultivo de semillas transgénicas.


La declaración denuncia los «peligros e impactos de su introducción en el medio ambiente y en nuestros platos» de dichos cultivos, y reclama al Gobierno español que adopte medidas de erradicación de los mismos.

«No se trata de un debate técnico, sino simplemente de conservación, salud humana y medio ambiente», señaló ayer Liliane Spendeler, presidenta de Amigos de la Tierra España.

«Se trata de una tecnología que está destruyendo la biodiversidad, y que nació como subproducto de la industria militar. Es lamentable que España sea el vector de introducción de estos cultivos en Europa, cuando es un país rico en biodiversidad», añadió el investigador del Jardín Botánico de Las Palmas de Gran Canaria, Eugenio Reyes.

«Incorporar una toxina a la planta terminará llegando a nuestra cocina», añadió Reyes.

La decisión del Gobierno francés se ha basado en una quincena de informes científicos, en los que se pone en evidencia las «consecuencias del cultivo de maíz de la variedad BT 810 sobre el medio ambiente y la salud, así como la imposibilidad de evitar la contaminación a otros agricultores, la generación de resistencias en plagas y los efectos tóxicos sobre varios tipos de organismos presentes en los ecosistemas o la toxicidad a largo plazo sobre seres humanos» declaró Juan Felipe Carrasco, responsable de Greenpeace.

Lo firmantes del manifiesto expusieron ayer que «confían en que sirva para impulsar un debate social» y «confían que el Gobierno tome nota de la abrumadora oposición social a los transgénicos», puesta de manifiesto en los sondeos de opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que uindica que un 70% de lsoe spañoles son contrarios. Andoni García, del sindicato agrario COAG, aprovechó la oportunidad para señalar que las recientes medidas tomadas en la UE y en EEUU que liberan de riesgos para la salud el consumo de animales clonados, «no aporta nada a la Humanidad».

«Nosotros no seríamos quienes criáramos al ganado clonado y, además, no lo podemos producir. Al sector ganadero no le sirve de nada esa medida, que sólo beneficia a las multinacionales que tienen las patentes. Quieren determinar qué comemos y esa medida es un paso más hacia ello», concluyó García.

Según Liliane Spendeler, los alimentos transgénicos llegan al plato y a la vida de los españoles de muy distintas maneras, aunque en pequeñas cantidades. Gran cantidad de productos alimentarios llevan trasngénicos, pero como su proporción es inferior al 0,9% no es obligatorio que figure en la etiqueta. Otra vía de introdución es a traves del consumo de carne, huevos o leche, puesto que los animales son alimentados con cereales modificados genéticamente.

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