miércoles, 29 de octubre de 2008

Planeta vivo, pero menos

Adena presentó ayer el Informe Planeta Vivo, en el que se alerta sobre la sobreexplotación de los recursos, y la perdida de biodiversidad en el mundo.

WWF España publica cada dos años un informe sobre la situación ambiental de los ecosistemas del planeta y del impacto que la humanidad ejerce en ellos. El Índice Planeta Vivo (IPV) muestra mediante un indicador numérico cómo ha cambiado la biodiversidad de la Tierra en los últimos 35 años. En este período, el índice ha descendido en casi un 30%. Eso quiere decir que, en poco más de un cuarto de siglo hemos perdido casi la tercera parte de la riqueza biológica y de los recursos de nuestro planeta: los bosques tropicales han disminuido un 60%, sobre todo en la última década por el auge de los biocombustibles y el incremento de la demanda de madera. En ese mismo tiempo han desaparecido un 20% de las aves, y uno de cada cuatro mamíferos está en riesgo de extinción, como ya reflejaba la 'Lista Roja' de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) de este año.

La segunda parte del informe presenta la Huella Ecológica de la Humanidad, una medida del deterioro que las actividades humanas producen en los sistemas naturales, representada por la superficie de ecosistemas que dichas actividades necesitan para producir los recursos y absorber los impactos que generamos. España ocupa actualmente el puesto número 12 en la lista.

«Eso supone que necesitaríamos tres 'Españas' para abastecernos, y eso es una barbaridad», señala Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF/Adena. En el caso de la huella hídrica, la situación es aún peor: España está en el quinto puesto, principalmente por el consumo de productos que requieren mucha agua (frutas, soja para alimentar el ganado, etcétera) y es un recurso que no tenemos y que importamos de países tropicales.

Actualmente, la demanda de la humanidad excede en cerca de un 30% la capacidad regeneradora del planeta, por lo que estamos destruyendo el capital natural en lugar de utilizar tan sólo los intereses, que sería lo sostenible. Si la capacidad del planeta de absorber el consumo individual es de 2,1 hectáreas (ha.) por persona, la media actual está ya en 2,7 ha. Y no en todos los lugares es igual: en Estados Unidos cada ciudadano requiere 9,4 ha. y en España 5,7 ha. Sin embargo, en Congo, que tienen hasta 13,9 ha de biocapacidad por su riqueza en recursos naturales, la huella biológica no llega ni a media hectárea por persona.

Los embalses y presas (hay 45.000 en el planeta), los trasvases, la contaminación de las aguas y la sobreexplotación pesquera (que ya afecta al 75% de los caladeros mundiales) son otros factores que están afectando a la vida del planeta. "A este ritmo la pregunta es qué vamos a dejar para las generaciones del futuro", plantea Del Olmo.

James Leape, director general de WWF, señala que aunque «el mundo está preocupado por la crisis financiera, lo que realmente amenaza gravemente a la sociedad es la crisis del crédito ecológico». No obstante, podría ser una situación reversible si se tomaran las tres medidas que enumera Del Olmo: «La primera, reducir el consumo, luego ralentizar el crecimiento de la población mundial y la tercera, tener una mayor eficiencia en el uso de los recursos».

El reto se plantea complicado, pero en nuestras manos está asumirlo y actuar para que las cosas empiecen a cambiar de verdad. Ningún político va a hacerlo por tí, olvídalo: ellos siempre van por detrás. Así que debemos ser conscientes de nuestro lugar en el mundo, de nuestro papel cómplice en el agotamiento de los recursos y la extinción de las especies, para asumir por fín nuestra responsabilidad, y llevar a cabo un verdadero cambio.

* Fuentes de la noticia: Adena y Diario El Mundo

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