El cáncer destruye la vida de la que nace; el hombre destruye igualmente la vida de la que nace, la naturaleza. Cuesta abajo y sin frenos, miramos para otro lado mientras acabamos con todo lo que nos sale al paso, con una inmoralidad impropia de nuestro desarrollo y conocimientos, y una inconsciencia desde el punto de vista puramente egoista de nuestra supervivencia que resulta incomprensible.
Cada día son más las especies extinguidas o con un grave riesgo de extinguirse, y cada una de estas extinciones es un drama, un adiós para siempre, una verdadera tragedia cuya trascendencia parece que no acabamos de entender ni asumir.
Una especie es un complejo milagro modelado por la naturaleza durante miles de años, un puzzle irrepetible que vive, siente y lucha por su supervivencia, igual que nosotros. Hijos de la madre tierra ambos, extinguir una especie es como matar a un hermano. Caín y Abel en su versión darwinista.
Somos culpables. Es nuestra forma de consumir, aquí y ahora, la que está acabando con la biodiversidad, aquí y ahora, en el resto del mundo "gracias" a la globalización. El egoismo y la avaricia son parte del ser humano, y es normal que trasciendan a sus instituciones y empresas. Por supuesto es más cómodo echar la culpa de la situación a los gobernantes, y a las multinacionales, pero debemos abrir los ojos y ver que es el individuo quien, en último caso, tiene la palabra y decide qué compra, o a quién vota. Al fín y al cabo, ¿qué es una empresa a la que nadie compra, un gobierno al que nadie apoya?
Así que tenemos la información y los medios, pero no hacemos nada para evitarlo. ¿Por qué? Porque no entendemos los datos, porque no sabemos utilizar nuestra fuerza, porque nos comportamos irracionalmente... Porque somos un cáncer.
martes, 19 de febrero de 2008
Sómos un Cáncer
Publicado por Víctor Aranda García
Etiquetas: extinción, naturaleza
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