Hace poco comentábamos la necesidad de afrontar esta crisis global de la economía con algo de visión más allá del corto plazo, para así descubrir las oportunidades que se esconden tras élla. Realmente este crisis supone, además de una llamada de atención sobre un modelo económico insostenible por muchas razones, una gran oportunidad para que los acuerdos internacionales sobre reducción de emisiones de gases contaminantes puedan ser afrontados con modelos de producción más eficientes a todos los niveles. Adaptarse o morir, eso es lo que dicen.
Pero algunos parece que quieran morir matando, justamente esos mismos jerifaltes incapaces de ver más allá de su beneficio en el siguiente balance. Ocurre que, según veo, existen sólo dos tipos de empresarios: aquellos que aman la empresa, y aquellos que aman el dinero... No hace falta decir cual es el tipo predominante en nuestra sociedad, ni cual de los dos va a adaptarse mejor en las actuales circunstancias. Y es que los cambios requieren pausa, reflexión, y conocimiento, para que de verdad nos conduzcan a todos por el mejor camino posible.
La feroz dinámica de la economía en los últimos años favorecía lo que podríamos llamar una "huída hacia delante", un "forrémonos mientras podamos" que dificultaba un necesario cambio de dirección. Ahora la recesión acecha donde no ha comenzado ya, y de golpe nos encontramos un mercado parado sin rumbo ni respuestas a los problemas que han generado esta situación (al margen de los clásicos cabezas de turco de los medios: "la culpa de todo la tiene ZP", etc.).
En realidad las empresas nunca habían tenido un mercado potencial tan grande gracias a fenómenos como la globalización, o el ascenso de los países emergentes, aunque ambos factores también han traído consigo un aumento de la competencia. O sea, que el pastel es más grande, pero también hay más comensales. La otra vertiente de la crisis, la medioambiental, tiene también algo que ver con ese pastel, pues sin pastelería no hay pastel, y esta santa pastelería nuestra tiene el horno ya recalentado de tanto uso y abuso...
Así que el futuro será ecológico, o no será. Es así de sencillo. El mercado potencial de lo ecológico es enorme, amplísimo a medio plazo, y la empresas deben adaptarse a modelos de producción sostenibles no por un dogma de fé, sino por una necesidad insoslayable para todos, y ésta no es otra que conservar el planeta. ¿Quién puede dudar que nuestra propia supervivencia está en juego cuando hablamos de la salud del planeta? Únicamente esas avestruces de las que hablaba el otro día...
En ese sentido, es interesante leer las declaraciones pronunciadas ayer por Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas (UNFCCC), en el marco de la Conferencia Ministerial de Medio Ambiente Global y Energía en el Transporte (MEET), que se está celebrando en Japón :
- "La recesión debe verse como una oportunidad para reinventarse hacia una crecimiento económico sostenible ya que el mundo no puede seguir tomando decisiones equivocadas"
- "La actual crisis crea nuevas oportunidades para una rápida transición hacia tecnologías verdes mediante una combinación de regulación, incentivos e inversión a nivel nacional"
- "El sector transporte está bajo una intensa presión y tiene que cambiar dramáticamente de dirección para volver a ocupar una posición de líder en el crecimiento económico a través de la producción de coches, trenes, barcos y aviones inteligentes y eficientes"
viernes, 16 de enero de 2009
Una crisis, una oportunidad
Publicado por Víctor Aranda García
Etiquetas: CO2, crisis económica, medios de transporte, ONU, opinión
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario